jueves, 2 de noviembre de 2017

Mercado, Dinero, Felicidad y Soledad

Desde hace varios años que leo la columna Carlos Peña, los domingos, en El Mercurio. Siempre me ha parecido interesante su punto de vista de los temas, en general, fundamentado y bien escrito. Este Domingo salió una entrevista por la publicación de su nuevo libro llamado Lo que el Dinero si puede comprar, "una defensa, didáctica y muy bien fundada, del dinero y el mercado, dos antiguas instituciones que han dado forma al Capitalismo", según se indica como introducción a la entrevista.


En el contexto de la entrevista, el periodista le realiza varias preguntas para describir su libro y, como siempre, muy interesantes las respuestas. De todas ellas, hay tres respuestas en particular, que me parecieron muy interesantes y que, de una u otra manera, me interpretan. Abajo cada una de ellas.

- Periodista - ¿Tiene solución este malestar? (como resultado de una una referencia anterior y una explicación respecto a la sensación de que todo tiempo pasado fue mejor y que, por lo tanto, hay un momento en el pasado "de integración y justicia" que abandonamos, razón por la cual, "la modernidad (el futuro) se alimenta de una fantasía según la cual habríamos dejado en el atrás un mundo al que valdría la pena volver")
"No tiene solución. Raymond Aron sugirió alguna vez que la modernidad era una dialéctica de progreso y desilusión. Y hoy sabemos que tenía razón. Como el Dr. Johnson le dijo a Boswell: 'La vida humana no es un progreso de satisfacción en satisfacción, sino de deseo en deseo'. Cuando alcanzamos un objetivo es solo para descubrir que no era exactamente ese el que anhelábamos. Y sobreviene la frustración. Es lo que suele llamarse la paradoja de la abundancia: las sociedades se ponen inquietas y se desasosiegan cuando aparentemente mejor están. Y, claro, esto se relaciona con la estructura del deseo humano, tal como enseña el psicoanálisis: el deseo humano es un vacío que nos mueve, pero que es imposible colmar. En este sentido, las utopías políticas y religiosas, y también el consumo, se explican por ese deseo. O hay consumo o hay utopía".
- Periodista: Volvamos a la idea fuerza de su libro, la ambivalencia propia de la modernidad. "Esa misma ambivalencia es la que se muestra cuando se compara el mercado con la otra gran institución moderna: la política democrática", escribe. ¿La democracia es como el mercado?
"La democracia y el mercado tienen algo en común: son un esfuerzo de autonomía, intentos de que las personas puedan guiar su vida personal conforme a su propio discernimiento. El mercado lo hace mediante la cooperación entre las personas que no requieren comunicarse ni discutir los fines que persiguen; la democracia lo hace mediante el diálogo imparcial, procurando de esa forma que para exigirnos una determinada conducta, esgrimamos razones admisibles. Ambas, mercado y democracia, son imprescindibles para hacer justicia a los seres humanos que somos, como dijo Kant, socialmente insociables; nos relacionamos y cooperamos, pero cada uno guarda para sí un ámbito insobornable de individualidad. Los seres humanos no somos un conjunto de peces viviendo en un compacto arrecife de coral; tampoco islas que no se comuniquen entre sí. Es mejor concebir la vida en común como un archipiélago que permita la cooperación y el diálogo, pero a la vez, el individualismo y la soledad son indispensables para la libertad".
- Periodista: ¿Produce el mercado una estela de malestar?
"Por supuesto: da libertad, pero también nos deja más solos".
En los párrafos anteriores, he subrayado aquellas frases que me llaman especialmente la atención. Me parece muy interesante la mirada respecto al círculo virtuoso: deseo > progreso > frustración y, además, la idea de una convivencia en comunidad pero preservando siempre la individualidad. Frases que dan mucho que pensar, especialmente, en este momento de elecciones.