martes, 31 de mayo de 2011

Gracias por lo Bueno

Hoy fue uno de esos días en que las cosas no funcionarion como siempre. En la mañana fui al Starbucks a comprarme un café. Cuando llegué me llamó mucho la atención que estuviera vacío, era un poco más tarde de lo normal pero no tanto como para estar vacío. Inmediatamente pensé que había algo raro y así fue: no había agua y, por lo tanto, no había café. Me fui con las manos vacías.

De regreso a la oficina, pasé al banco a depositar un cheque. Eran justo las 09:00 por lo que estaba vacío pero, igual, tuve que sacar un número y esperar. Cuando fue mi turno y me acerqué a depositar el cajero me avisó inmediatamente que no había sistema y que mi depósito quedaría reflejado cuando volviera. 

Estas dos situaciones me hicieron recordar el terremoto de febrero del año pasado y las múltiples cosas que dejaron de funcionar y que siempre habían funcionado hasta ese momento. Aún cuando tuve la suerte de que en mi casa no pasó nada muy importante, no fue lo mismo en la oficina en la que trabajo. La oficina queda en el piso 25 y, por lo tanto, hubo varias cosas que se vieron afectadas por el terremoto.

Lo primero y más evidente, fueron los ascensores. Como resultado del terremoto, ninguno de los cuatro disponibles funcionó durante por dos semanas. Esto, en términos simples, modificó un trámite de unos pocos minutos a un esfuerzo monumental para subir y bajar los venticinco pisos por las ecaleras. De la misma manera, las comunicaciones (internet) se vieron afectadas desde la oficina hacia nuestros servidores ya que el DataCenter también tuvo algunos problemas. Por la arquitectura de nuestras soluciones, nuestros clientes no tuvieron mayores problemas por este pequeñito detalle .

Hace algunos años hubo una situación similar y, por lo que está sucediendo en este invieron pareciera que se va a repetir, que fue la restricción para el uso del agua como resultado de una sequía grande que afectó a todo el país. Todavía recuerdo un slogan que invitaba a regar día por medio en la radio (Hoy te toca a ti… Hoy te toca a tí… y mañana le toca al vecino…). En ese momento, la restricción implicó cortes de luz programados y recuerdo lo complejo que era cuando el corte era en el horario de trabajo. En la empresa en la que trabajaba en ese momento, sencillamente, nos quedábamos de manos cruzadas. Aún cuando hubo algunas iniciativas por intentar avanzar en papel y otros soportes… esto era imposible.

Las situaciones como las que describo no sólo complican la vida personal, lo más cercano e inmediato, sino que, muchas veces, terminan por complicar a la sociedad entera lo que aumenta exponencialmente los niveles de stress e intolerancia y saca a relucir lo peor de cada uno de nosotros. Basta ver lo que sucede cuando los semáforos colpasan y/o cuando la gente compraba como nunca antes en los supermercados de Santiago, aún cuando no había ningún problema de abastecimiento.

Por esta razón, sin querer convertir esto en una declaración de principios, filosofía de vida, ni una obligación, agradezco cada vez que las cosas funcionan como deben: la luz, el agua, el celular, el computador, el auto, los ascensores, etc., porque, cada una de estos elementos está impregnado con la idea del progreso y el perfeccionamiento de los procesos realizado por el hombre a lo largo del tiempo y, esto, es algo que no se puede olvidar. Un ejemplo, más vinculado a mi profesión, es la migración de diskettes 5 1/4, 3 1/2, etc., a medios de almacenamiento de estado sólido (SD, pendrives, etc.). Nunca más tener que escuchar la diskettera una y otra vez tratando de leer el sector corrupto del diskette, realmente produce una satisfacción infinita.

Y tú… ¿De qué te sientes agradecido?

No hay comentarios.: